Aquí.

La oscuridad de la noche comienza a deslizarse entre las ramas, que te abrigan en su eterno abrazo. La caricia del frío en los dedos te recuerda que deberías haber encontrado el mapa ya. No sabes dónde más buscar. 

Corres, tropiezas y gritas hasta que asumes que debes continuar sin mapa. Sin suerte, sin el blanco sobre gris de la luna reflejada en tus ojos. 

Sientes la tierra bajo tus pies, el viento entre tu pelo, las ramas sobre los dedos.

Te preguntas: “Si todas las estrellas emiten luz, ¿por qué el cielo está siempre oscuro?

Creo que fue uno de esos instantes que cambian el rumbo de todas las cosas. 

Puede que encontraras la salida y te dieras cuenta de que nunca encajaste fuera de aquel bosque. O puede que sigas tan perdido como aquel día, buscando asustado un mapa que nunca existió.

No te hemos vuelto a ver. Y yo nunca supe qué decirte.

Y yo estoy aquí, y allí, y ahora, y entonces.