Gravedad acogedora.



Dar una calada larga en una mañana de enero, con el frío encogiéndome los dedos.
Caminar sintiendo que el sol intenta colarse entre mis pestañas.
Ir sin manos en la bici, ver el mar. Cruzar una mirada que me ayude a respirar.
Bailar tras haber llorado. Levantar la cabeza bajo un diluvio, tiritar.
Contar una vida en un café por el simple placer de discutir.
Solo quería confesarlo: cuando todo se filtra yo no me atrevo a mirar. Es por eso que hablan de mi tendencia a desaparecer. ¿Me has visto alzar la vista?
Gravedad, nunca me dejes aquí. Que algo en mí siga siendo incondicional.