¿Y ahora qué?

Por una vez sin formalismos ni artificios; lo cual no quiere decir que sea yo sincera, sino que normalmente disfrazo demasiado los sentimientos. Pues tal vez, y como ocurre con todos, si los vierais sin maquillar serían aterradores. Como estrellarse con la verdad y lamentar después haberla buscado.
Sin más rodeos os presento la verdad: el ser humano es un error. Un error que acabará consumiéndose en su propio fuego, cuyo castigo es, en sí mismo, convivir con semejantes de la misma especie. Todos, somos un castigo, los unos para los otros.
Como ya os he dicho no os dejéis engañar por la dureza de mis palabras, pues yo soy la misma, la de siempre, pero sin maquillar. Por eso a mí me asusta el mundo, porque todos, como yo, tenemos monstruos escondidos bajo llave, locura, odio, pasión y dolor, que harían temblar al más valiente guerrero.
Y como tenemos tanto miedo de nosotros mismos, camuflamos todo, forjamos una gran mentira que nos acaba acorralando, hasta el punto de no saber ni quiénes somos.
A los pocos lobos entre corderos, a los que no podemos agachar la cabeza como el resto, a los que siguen gritando ignorando a cuantos les dictan callar: hoy lloro por vosotros, por mí, pues estamos destinados al fracaso, independientemente de los demás, acabaremos cayendo en nuestra propia trampa. No valemos más que el banquero que engaña o el juez corrupto.
¿Tengo que luchar por algo que me apuñalará en cuanto tenga oportunidad? El mundo es solo una puta que busca vengarse de cuantos rasgaron sus medias.