There's a hell, believe me.


El fuego del cielo reflejado en el hielo de sus ojos grises, matizado por reflejos azules, que escarpaban la planicie de un océano transparente, gélido. 
        
El tiempo transcurría lento, distinto, mientras ellos apretaban ya los puños y los dientes. Sus rostros reflejaban burla a la vez que ira, daba miedo mirarlos.
                    
El reflejo de la ciudad en sus pupilas era ahora borroso, como la visión de la misma en el corazón de la chica, siempre, siempre distorsionada por el dolor. Colores reflejados en las lágrimas que pendían de sus pestañas, temblorosas. Una mueca de espanto deshacía el liso de su rostro, tornándolo complejo.
Ellos afilaban sus espadas, preparaban escudos y lanzas. Ellos, armados hasta los dientes., empezaban a mostrarse, en la línea del horizonte que luchaba contra la puesta de sol. El naranja de la tarde se fundía con el negro de los seres, sus armas, sus gritos.
                      
Ella miraba a través del cristal cómo todo desaparecía, toda su vida se sumía en la oscuridad. Una última lágrima se resbaló por su mejilla, justo antes de quedar congelada. Sus pasos podían sentirse en el temblor del suelo, voces infantiles coreaban un nuevo réquiem. Corrían hacia ella. 
                  
Cerró los ojos, se desplomó. No había solución. Nadie podía luchar contra ellos, nadie le había enseñado a correr. Solo le restaba rezar por encontrar la cura. Horrorizada, escuchó los cristales romperse, ya no se escuchaba la lluvia contra los cristales. Solo caos. No se atrevía a abrir los ojos.
Amor.
                         
Creías que podrías seguir respirando, que tu corazón seguiría latiendo. ¿Dónde está tu Dios? ¿De verdad querías morir por esto?
  



-Murder-