Delicate.

Ya no volveré a dormir igual. La cama se me queda grande... y aunque siempre lo quise así, ahora ya no quiero ninguna cama.
Su pecho supera a mi almohada. Su respiración en mi oído fue la mejor canción que escuché en mi vida. Nunca había sentido algo tan sensible y frágil como cuando tuve su sonrisa a dos centímetros de mi boca. Su mano acariciando mi cara me hizo volar por las nubes, y después, cuando rozó mis labios con sus dedos lento, suave.... delicado... pensé que todo era un sueño. Acaricié su espalda con mis dedos, y descubrí que era real. Mi otra mano le abrazaba a lo largo de su pecho, y ya no iba a soltarle. Todos mis sentidos estaban puestos en él; mis ojos rogaban a sus labios, mi nariz trepaba por su cuello, mi boca estaba en sus manos, mis oídos en su pecho, y mi piel hablaba con la suya.
Para qué quiero una cama ahora que conozco su cuerpo.

-Dreamer-