Cruces de hielo.

Cómo voy a llevarte conmigo si no voy a ninguna parte. La luz del sol parece incomodar a mi alma aún más que a mis ojos, que yacen, vacíos, añorando el tiempo y la distancia, que ya no existen. Tras dejarte caer, tengo las manos abiertas y el corazón cerrado, que llora porque late fuerte, porque late, sin sentido. Y desde ese día no ha vuelto a detenerse el tiempo, y sin embargo, tampoco a avanzar.
Imposible que no sangre, si te veo en mis ojos. Y puedo evitar el espejo, pero no  puedo despojarme de mis entrañas, que a malvadas carcajadas se aferran a ti. Solo fueron palabras al oído, mezcla de orgullo y miedo, pero siguen ahí, resonando a cada amanecer gris.
Adivino indagando en lo que queda de mí que esto no es un grito desesperado. Que ahora solo enredo sombras, que he ido marcando palabras con cruces de hielo, para tornarlas indecibles, impensables.  Escuché canciones que podrían detener balas, y aun haciendo alusión a ellas día y noche, la luz no vuelve. No queda nada. Ahora solo una voz, solo una daga, mataría este silencio.
Alcohol y humo, porque no hay voz, no hay daga, no hay camino. Maldito vacío.
Será que te he perdido, que no era ese el camino, y no opondré resistencia  a dejarte marchar, si es que es ese mi destino. Morir de sed junto a una fuente…
-Murder-