“Beautiful things can come from the dark”

El muchacho abrió los ojos, confuso. Se encontraba sentado sobre el suelo, apoyado en una roca. Se incorporó, sintiendo sus músculos agarrotados y sus párpados pesados.
El paisaje que le recibió resultaba desolador. El suelo era gris y polvoriento, como si, tiempo atrás, algo lo hubiera hecho arder por los cuatro costados. El cielo estaba velado por una espesa neblina que impedía el paso de la luz, y hacía imposible divisar el final de aquellos inmensos árboles de apariencia inerte.
Caminó entre el polvo gris, desconcertado, intentando ubicarse. No, él no conocía ese lugar, nunca había estado allí antes… 
De pronto, algo le detuvo. Sintió que el corazón iba a salirse de su pecho en ese mismo instante, y  miró sobrecogido en todas direcciones. Hasta que se dio cuenta de qué era lo que le había detenido.  Unos pesados grilletes aprisionaban sus tobillos, y no alcanzaba a ver la longitud de las cadenas que se unían a ellos.
En ese momento, advirtió que alguien se aproximaba, y su respiración se aceleró aún más, si cabe.
Se le pusieron los pelos de punta al reconocer aquella figura. Cuando se aproximó, se percató de que el paso del tiempo no había hecho mella en su rostro, ni en sus ojos, que brillaban incansables incluso bajo aquella luz desvaída.  Era ella…
Cuando la tuvo frente a él, ardió en deseos de tocar su piel, de besarla, de decirle todo lo que había callado, lo que sentía… Pero, una vez más, nada de eso ocurrió.
-¿Dónde estoy? Tienes que ayudarme, quítame éstas cadenas. – se limitó a decir.
- ¿Ayudarte?- respondió, con una sonrisa torcida que no alteró lo más mínimo la armonía de su rostro.- No puedo hacer nada, no puedes salir de aquí. Ésta es tu vida, éstas tus cadenas. Tú has llegado hasta aquí, tú mismo has amarrado tus pies.
Y dicho esto, continuó caminando, con una indiferencia que taladró al muchacho en lo más hondo del corazón. Sintió que las piernas le temblaban y se dejó caer, abatido, mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas. Lanzó un grito henchido de impotencia desde el fondo de su ser, un grito que se alzó hacia el cielo, que sonó como un último lamento, tétrico y desgarrador.
Observó de nuevo el paisaje, que emanaba muerte y dolor. Roto, cerró los ojos, muy fuerte. Intentó calmar su respiración y pensó en ella. Tiempo atrás, había visto en su espalda un tatuaje, una frase que nunca había significado nada para él…
“Beautiful things can come from the dark”
-Murder-