Invencible.

La electricidad del universo se filtra hasta mis venas. Estas se ensanchan y siento que el brillo de la luna me recorre hasta las entrañas, para reflejarse en mis ojos. Desde dentro. Cierro los ojos y cruzo la línea.
Por fin puedo verlo de nuevo. Estoy donde quiero estar. Mi mundo, con sus ríos de tinta, su color granate, el sonido de los tambores y los gritos de guerra. Aceras empedradas, susurros, banderas, miradas, laberintos, relojes. Un magnetismo casi palpable.
Y ante todo, ese sonido único, que diferencia esta mundo de todos los demás. Acompañando a los pájaros, llega a todos los rincones ese sonido, desde algún lugar que nadie conoce. Ese corazón acelerado. Latidos infinitos. Latidos invencibles.