Unknown Soldier

-Mira lo que éramos y en qué nos hemos convertido. ¿Dónde quedaron aquellas preguntas, aquellas dudas? Aquellos sueños… O las noches en vela, pensando en qué queríamos convertirnos. Nos veíamos capaces de tocar lo que no existe, de jugar en las estrellas, y ahora… Ya no dudamos en matar alguien, nuestros ojos ya no brillan, caminamos por tierra sin importar dónde. A veces pienso que incluso vamos a olvidar cómo se respira.-dijo Kardec, desesperado.
  
-Somos unos simples soldados. Soldados desconocidos, con suerte tal vez seamos un número. Y todo sacrificio es poco, como bien nos enseñaron, para ésta misión. Juntos podremos lograr algo grande.-intentó animarle Karevan.
  
Kardec, con la mirada perdida, no respondió. No tuvo valor para decir que las misiones han de llevarse a cabo solo, que todo el mundo tiene la suya, y nadie se confina con único fin, pues las razones de cada son demasiado egoístas. 
  
No quería tener que desviar la mirada, disimulando su vacío. Ni era ese su mundo, ni era esa la línea que debía seguir. Quería desaparecer antes de ahogarse en aquel lugar. Hizo amago de irse y notó sus pies anclados a algún lugar imperceptible.
   
-Amigo, de aquí no se desaparece sin más.-masculló Kardec, dándole una palmadita en la espalda, ajeno a lo que acababa de desatarse en el interior de su amigo. Algo irrevocable, algo tan desgarrador como inadmisible que marcaría un nuevo destino, algo que desde ese preciso instante, comenzaría a cavar su tumba, entre la bruma de un invierno eterno. 
  
   

  









            




       
                             
-Murder-