Hay suficientes ciegos.

Camino sin identidad desde hace años, y puede que aún me queden más.
   
Como ese estado entre el sueño y la vigilia, vivo debatiéndome entre fantasía y realidad; todo se confunde. No podría decir que tengo lo que quiero, tampoco que mi vida carezca de sentido. Nada que contestar a la cuestión de mi sonrisa. Mi vista está fija más allá, mas mirar tus pies te impide ver tus sueños: no es tristeza.
    
A veces siento ahogarme al querer gritar que no sé si es mi lucha. Quiero levantarme y correr... Y es entonces cuando me hallo encerrada, en un cuerpo, en una habitación, en un mundo. Cosas de las que no me puedo despojar. 
   
Huye todo plan de consuelo y ganas de seguir cuando el mundo juzga solo tus acciones, perdida la capacidad de mirar más allá.
"¿El fin justifica los medios?"
    
Me repito a mí misma que requiere sacrificios. Que el mundo está lleno de gente que juzga por acciones, aspectos, o segundas opiniones, y esto ha de serme indiferente. Soy consciente de que no está todo a tu favor, de que el mundo es ingrato. ¿Por qué no puedo aceptarlo? No pasará desapercibido para mí. Y si esto me impide continuar, tal vez haya que dejar a un lado normas y principios, puede que valga la pena un cambio.
        
Todo es más difícil si no tienes claro cuál es tu lucha, tu gente, o tu corazón. Mientras tanto, todo cuanto te rodea te impide frenar para replantearte la situación.
     
Tengo aún años por seguir caminando a ciegas, sin estrategia, sin patria, sin bandera,sin gente, sin nada que me recuerde que nací para ello.
       
Primera regla: Nadie dirá, jamás, que merece la pena.

 -Murder-