Cuando puedo ser la chica Darko.


El cielo sobre la cabeza y el suelo bajo los pies. Nada más. Sentarme y, despacio, muy despacio, respirar. De esto que me sorprendo pensando que quién resolverá la ecuación de mis pasos. ¡Quién me va a entender! Y otra vez que me quedo en silencio, pero hoy sí, sí puedo escuchar mis latidos.
Soy una especie rara de insomnio y tardes fugaces, que se tiene que abrigar cuando algo se quema por dentro. Vivo solo de momentos, y no necesito más. Soy yo, ahora, esperando que diciembre me desnude: soy Miss Cafeína abrazada a la tormenta.
A veces me echo de menos entre este silencio, y me tienta contarte que nunca llegarás a conocerme…  
¡Cómo voy a dejarte saber quién soy yo! Si solo sé pensar que lo mejor de una poesía es lo que no se dice, que lo esencial, lo esencial...
Que no es necesario, que la eternidad está en los instantes. 
Aunque sea intermitente.
Sí, momentos, realidades intermitentes...